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¿Adónde voy? No, ¿cómo he llegado hasta aquí? ¿Qué importa eso ahora? ¿Qué hago aquí? ¿Pinto algo aquí? A veces tengo la sensación de estar de adorno. No, porque los adornos hacen bonito, entonan y no molestan, como parezco hacer yo a veces. No debería estar aquí. Pero ya he venido, ya no puedo irme. Quisiera desaparecer, ir a otro lugar donde realmente se me valore, se me escuche y se me quiera. Que no se dediquen a gritarme. Porque saben que tengo razones para hacer las cosas que hago, pero no quieren saberlas. Saben que si me comporto de cierta manera, hay una razón, pero la esquivan. No sé si es que no les importa, se han olvidado o creen que es algo normal, pero veo muy tonto creer eso. Lo que no es tonto, y sí cómodo, es gritar sin intentar hablar las cosas y saber el por qué. A veces me hace gracia que me llamen vaga, cuando son ellos a los que les da pereza saber qué me pasa.